Paseo de Recoletos

En la distribución la zona de día está orientada hacia el parque y la de noche hacia la parte posterior de la edificación con el objetivo de lograr mayor tranquilidad a la hora del descanso.

Para potenciar la luminosidad y la sensación de espacio, se optó por crear un ambiente diáfano con cristaleras que se prolongan hasta el vestíbulo. Los techos de artesonado del distribuidor y el hall, que forman una T, han servido para delimitar las estancias. Este recurso permite, además, unificar visualmente las zonas dedicadas a salón y cocina. De este modo, se crea un espacio de tránsito en la cocina donde confluyen todos los ambientes como si fueran uno.

Sin duda este es un ejercicio que huye de la distribución convencional. También consigue exhibir desde todos los ángulos la calidez que aporta la pared de ladrillo de adobe a la vista tan característico de Castilla. Una forma de recuperar la esencia del edificio. En el mismo sentido, este material original de principios del siglo XX protagoniza también el baño que se ha instalado en una antigua galería acristalada. El resultado es la acertada combinación del estilo de vida moderno de los propietarios que se logra integrar perfectamente en una edificación de corte clásico.